LA PÉRDIDA
Pude conocer el rostro viviente de Dios,
pero lo miré esquivo.
Pude estar con Él,
pero no aproveché el tiempo.
Pude contemplar Sus ojos, aquellos que reflejaban al Absoluto insondable,
pero yo estaba ciego.
Pude escuchar Su palabra vivificante,
pero yo no comprendía lo que me decía.
Pude de pronto atraparTe en mi corazón,
y en cambio lo llené a éste de cosas pasajeras.
Pude percibir la paz y la bienaventuraza que emanabas con Tu sola presencia,
Pero yo... no las contuve.
¡Oh Señor!, con Tu partida pude comprender la ilusión del mundo, por impermanente,
pero yo... sigo inmerso en él.
Lo que sí cambió... y esto ha sido por Tu gracia,
es que ahora solo pienso en Ti, en Tu forma que extraño tanto, en Tu tono de voz,
en esa mirada tan especial.
Brahman, mi eterna gratitud por haberme dejado ver Tu aspecto divino,
Reverencio los Pies de Loto de mi amado Maestro Shrí, Shrí, Shrí, Pávanji Yoguiraya.
(De Ananta para Brahman en la forma de su Guru)