SHRÍ SHRÍ SHRÍ PÁVANA
Santo, Puro, Sagrado…
Reverencias al maestro que con sus sagrados pies pisó un espacio de la Tierra y la bendijo para la liberación de muchos. OM
Aparecía envuelto en un manto traído de algún lugar de Su amada India y los pies descalzos. La cabellera como nube encrespada le caía sobre los hombros; la frente amplia, luminosa; larga barba y una mirada profunda y serena completaban su imagen cautivante ante tanto resplandor divino.
Un antiguo sabio en tiempos modernos.
Experto en la ciencia de Yoga, aplomado, seguro, comenzaba a hablar acerca de la Verdad, Dios, el ser, el propósito de la vida, la causa del sufrimiento y como eliminarlo.
Dominaba el arte de expresar en forma sencilla y simple lo que para muchas mentes puede ser complejo.
Expresaba la Verdad realizada en sí mismo y no una fría erudición. Eso hacía que quién lo escuchaba por primera vez experimentara un cambio en su estado de conciencia que nada antes se lo había producido. Tenía siempre la palabra justa, precisa, dicha de modo adecuado para llegar al corazón del dolido y producir ese cambio liberador.
Con refinado humor, permanente alegría, las penas se disolvían al instante en Su presencia.
A cada momento nos demostraba que las cosas de este mundo son efímeras y débiles al lado de la omnipotente y real existencia que hay en la búsqueda de Dios.
En Su compañía el tiempo y el mundo desaparecían; la expansión infinita de Su conciencia los había trascendido. No obstante sabía aprovechar el tiempo y dominar los acontecimientos de este mundo de forma magistral. Decía que había que estar en la tierra pero siempre prendido de una pierna del Señor.
Lleno de sentido común, con su conciencia siempre elevada, sabía descender al nivel de quien tenía delante sin ser afectado y ganarse la simpatía de todos.
Era profundo y serio al momento de hablar de la Verdad, silencioso e insondable. Era rápido como un rayo para la decisión acertada. Con la fuerza de un león emanaba espiritualidad y convicción acerca de la prioridad que el hombre debe dar en la vida a la búsqueda de Dios. Si un discípulo se entregaba a Sus sagrados pies, podía enseñarle desde cómo se elige una buena fruta en el mercado hasta cómo encontrar a Dios y fundirse en Él. La perfección debía ser en todo, sostenía.
Con un caudal infinito de conocimiento útil estaba siempre dispuesto a seguir aprendiendo, siendo que su característica era enseñar. Decía que llegaría al fin de su vida enseñando y aprendiendo. La virtud de la humildad desarrollada en Él daba lugar a esta reflexión.
Fue el refugio para muchas almas deseosas de liberación. Su capacidad de comprensión era ilimitada. Derramaba sus bendiciones sobre nuestras cabezas como bálsamo de Luz refrescante.OM
Ushá